Monseñor Oscar Ojea sostuvo que el incidente puso «al desnudo la miseria como Nación, la falta de entendimiento y de diálogo y de fraternidad».
Monseñor Oscar Ojea.
El presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), monseñor Oscar Ojea, sostuvo este domingo que «el atentado a la Vicepresidenta de la Nación ha dejado atónitos y perplejos» a los argentinos y puso «al desnudo la miseria como Nación, la falta de entendimiento y de diálogo y de fraternidad», lo cual debe ser «un punto de inflexión» para «abrir el camino a una mayor creatividad y a una búsqueda sincera de un mejor encuentro» y de «fraternidad» en la sociedad.
En su reflexión dominical Ojea, obispo de San Isidro, memoró el pasaje evangélico en el que Jesús dice «quien no cargue su Cruz y me siga, no puede ser mi discípulo».
En ese sentido afirmó que «hemos vivido como una verdadera cruz este último tiempo, que nos ha dejado atónitos y perplejos: el atentado a la Vicepresidenta de la Nación».
«Pensamos que esto podría ser un punto de inflexión que al poder quedar al desnudo y manifiesto nuestra miseria, como Nación en este momento, nuestras faltas de entendimiento y de diálogo, nuestras faltas a la fraternidad; nosotros pensamos que esto puede convertirse en un punto de inflexión. Cuando uno está atónico y perplejo puede ir hasta lo más profundo y puede intentar revisar actitudes personales», abundó.
También puso como ejemplo al exsenador nacional Esteban Bullrich, quien padece ELA (esclerosis lateral amiotrófica) y señaló que «al presentar su renuncia concitó el apoyo de todo el Senado, pidiéndole incluso la Vicepresidenta, que preside ese cuerpo, que se quedara».
«En estos días Esteban fue internado y escribió aquella frase de (el escritor británico anglicano Clive Staples) Lewis ‘rezo porque estoy indefenso; esto me surge estando dormido o despierto, no lo cambia a Dios, pero me cambia a mí’».
«Este modelo de cómo vivir la cruz, este modelo de cómo llevar adelante la enfermedad, este modelo de vida de oración, tenemos que trasladarlo a lo que pasa en nuestro país», enfatizó el prelado.
Ojea llamó a que «pidamos entre momento por la fraternidad entre los argentinos para que podamos redescubrir que estamos llamados a un destino común, y que esto que nos está pasando nos puede abrir el camino a una mayor creatividad y a una búsqueda sincera de un mejor encuentro entre nosotros. Que el Señor así nos lo conceda».
El jefe de la Iglesia católica argentina destacó que «seguir a Jesús no es seguir un cortejo triunfal; seguir a Jesús es compartir su destino, es seguirlo hasta la cruz. No hay cruz sin Jesús».
«Él transforma el sentido del dolor por el amor, por eso la cruz para los cristianos es signo de amor. Es la parábola del grano de trigo que cae en la tierra, se hunde necesariamente para poder surgir y dar fruto», enfatizó.